Las cámaras de IP, o cámaras de red, son aquellas que cuentan con una cámara y ordenador combinados creando una sola unidad. Sus principales componentes son objetivo, sensor de imagen, memoria y uno o más procesadores. Estos últimos se usan para procesar la imagen, comprimirla, analizar el vídeo y realizar ciertas funciones de red; mientras que la memoria es para almacenar el firmware de la cámara IP (que es su programa informático) y grabar localmente las secuencias de vídeo.
La cámara de red cuenta con su propia dirección IP directamente conectada a la red, y puede ser colocada en cualquier localización en que haya una conexión de red.
Esta es la principal diferencia con respecto a las cámaras web que solo se pueden ejecutar cuando se conectan a ordenadores a través de un puerto USB o IEE 1394.
Además, se requiere un software instalado en el ordenador para que pueda funcionar. La cámara de red cuenta con servidor web, protocolo de transferencia de archivos y funciones de email, además de gran variedad de protocolos de seguridad y red IP.
Las cámaras de red se pueden configurar para enviar vídeo por medio de una red IP para la visualización y/o
grabación en directo, ya sea en horas programadas, para cierto evento, de forma continuada o en base a la
solicitud de usuarios autorizados. Las imágenes que se capturan se pueden secuenciar como Motion JPEG, MPEG-4 o H.264
haciendo uso de distintos protocolos de red. De la misma forma, se pueden subir como imágenes JPEG individuales usando FTP, HTTP o email.
A parte de capturar vídeo, las cámaras de red aportan gestión de eventos y funciones de vídeo inteligentes como detección de audio,
movimiento, alarma antimanipulación y autoseguimiento.
La mayoría de cámaras de red cuenta con puertos de entrada/salida (E/S) que habilitan conexiones con dispositivos externos como relés y sensores.
De la misma forma, pueden contar con prestaciones como funciones de audio y soporte integrado para alimentarse por ethernet.